En la sección de Jabalquinto Paso a Paso, Olayo Alguacil González nos ofrece cada tres semanas a todos los lectores que visitan la Web Jabalquinto.biz una sección donde podremos conocer rincones con encanto de Jabalquinto esta semana novena entrega.
Colinas cubiertas de olivares y campos de labor que llegan hasta las mismas viviendas, bosques galería que flanquean los cursos del Guadalquivir y Guadalimar, Mengibar y otros núcleos de población, sierras de Jaén,… Constituyen un espléndido paisaje que se puede contemplar desde el La Carrera. Auténtico mirador natural que abandonamos para girar a la izquierda y desembocar en la plaza rectangular; en la que uno de sus laterales lo constituye la fachada del antiguo Palacio de los Benavides, Condes de Benavente y desde el año 2004 restaurado y habilitado para acoger la Casa Consistorial de este municipio.
Lugar desde el que arranca el núcleo de población de esta pequeña localidad de poco más de 2.300 habitantes; ya que según los estudios de Pedro A. Porras, existen indicios que llevan a pensar que desde este lugar empezara a formarse el núcleo urbano al haber una torre defensiva musulmana, que se fue ampliando a castillo, según indicaba Mateo Francisco de Rivas en 1797, especificando que el palacio de Jabalquinto estaba compuesto de “varios altos, patio de galerías y fortaleza en el centro, con sus torres y arcos”, lo que sugiere que en la zona existió un castillo, posiblemente limitado a una torre del homenaje rodeada de una cerca, en torno a la cual se construiría posteriormente el palacio.
Los Benavides, dueños del señorío tras su compra a Baeza, fueron los promotores que decidieron simbolizar su poder levantando el palacio en el espacio anteriormente destinado a fortaleza. Siglos después (XVII), tras la muerte del último marqués de la casa de Benavides todo el señorío pasa a los condes de Benavente, lo que provocó que el edificio cayera en el abandono al no ser habitado por los dueños, sino por los administradores. A esta situación hay que unir los destrozos que causaron en el inmueble los terremotos de 1755 y 1773. Remodelado tras los movimientos sísmicos, el último noble que debió habitar el palacio fue D. Pedro Téllez Girón quien al parecer lo vendió a D. Francisco Antonio Nájera Rodríguez a fines del XIX o a comienzos del XX. Este a su vez se deshizo de él a favor de D. José González García, pasando definitivamente a D. Eleuterio González Soriano que lo vendió al Ayuntamiento para establecer la Casa Consistorial del municipio.
De planta rectangular la parte exterior que se ha respetado en esta última remodelación presenta una gran fachada apaisada enriquecida por dos portadas de sillería, datadas en el último tercio del siglo XVI.
La principal abre con arco de medio punto enmarcado por dos pilastras cajeadas con capiteles corintios sobre altos basamentos. Su entablamento se rompe para acoger un balcón de vano adintelado y antepecho de hierro forjado. A sus lados, sendos escudos nobiliarios, labrados un siglo después sostenidos por tenantes, de gran empaque que presentan forma ovalada sobre cartela apergaminada y coronada. En los laterales se abren nuevos vanos asimétricos para ventanas con reja de forja.
La otra portada es adintelada, con grandes dovelas, a sus lados dos pilastras corintias cajeadas apoyadas en altos basamentos, soportando una sencilla cornisa y, en el piso superior, un ventanal a eje con la portada.
El interior totalmente reformado conserva la baranda de forja que luce en los dos tramos de escaleras.
Sendos escudos encontrados en las excavaciones del patio interior del Palacio han sido reconstruidos y lucen en las paredes del pórtico interior de ambas entradas.
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