ASOCIACIÓN LA NOTICIA CIUDADANA, REVIVIENDO EL PASADO.
A través de La Asociación La Noticia Ciudadana con el proyecto Reviviendo el Pasado iremos publicando aspectos de otras épocas, que poco conocen las nuevas generaciones, para que no queden en el baúl del olvido.
¡MUCHACHOS VAMOS A ECHAR UN CIGARRO!
Ir a la taberna y fumar eran los dos entretenimientos, “vicios”, más
extendidos en aquellas épocas. Prácticamente en los medios rurales todos
los hombres mayores de edad fumaban, siendo el momento de medir a los
“quintos” en punto de arranque para que los mozos pudiesen fumar delante
de los padres.
Me gusta la leche en tarro
el aguardiente en tonel
el vino tinto en un jarro
y al terminar de comer
de tu petaca un cigarro.
En las faenas agrícolas el encargado daba una voz avisando que se podía hacer un descanso para fumarse un cigarro:
“Vamos a echar un cigarro”.
Los trabajadores se iban a la sombra, sacaban la petaca y el librete de
papel para liar el cigarro. Entre chupa y chupa hablaban del trabajo o
de las últimas noticias, hasta que había que reiniciar la faena.
Algunos de aquellos “libretes” de papel para liar el tabaco
Dame, primo un cigarrillo
de esta petaquita nueva
pa, mientras me lo fumo,
decírselo a esa mozuela.
Entre los campesinos era frecuente sembrar tabaco para su consumo en
lugares ocultos; ya que estaba prohibido. Era el denominado
tabaco verde, mucho más fuerte que el que se vendía en los estancos.
“Me acuerdo el tabaco tan malo que traían otros años. Ahora parece
que lo traen mejor y con to y con eso , pero como el que una ha criao,
¿Cómo va a ser el que venden?. Uno lo siembra, lo excava, lo coge, lo
seca y luego que sude en la manta el burro. Luego se guarda bien y a
llenar la petaca “
Aemilius
El tabaco, muy extendido en América en la época del descubrimiento, e
introducido en Europa y después en Asia a partir del siglo XVI, se
cultivaba, ya
de forma legal, y también se procedía a su secado en la denominada
Vega de Jabalquinto, en donde aún se resisten, a pesar de su notable abandono, a desaparecer algunos de aquellos secaderos.
Restos de uno de los secaderos de la Vega de Jabalquinto
En Jabalquinto se empezó a sembrar tabaco en 1953, en el paraje
denominado “La Vega”. Se sembraba a finales del mes de julio, y se
recogía en el mes de diciembre. Tras la recogida de las hojas de tabaco
verdes, se llevaban a los secaderos, se hacían “ristras” y se colgaban
en traviesas del techo. Para el proceso de secado se construyeron cuatro
secaderos de propiedad de Eleuterio González, Esteban Sánchez y José
Escribano.
Dicho tabaco, una vez seco, se le quitaban hojas, se pesaban y se empaquetaban para su traslado a Granada para su elaboración.
La mano de obra, durante la recogida era de unas
150 personas
entre hombres y mujeres; unos recogían las hojas, otros las cargaban.
Otras personas hacían las ristras; siendo los más jóvenes los que se
subían en unas escaleras para colgarlas en los travesaños.
Dicha actividad se desarrolló en Jabalquinto durante unos quince
años, desapareciendo por diversos motivos, entre ellos el alto coste de
la recogida y quizá la falta de tradición de este tipo de cultivo,
siendo plantado el terreno de olivos.
En aquella época, tras la recolección del tabaco, se procedía al
enristrado de las plantas que pendían durante dos meses del techo de la
nave de estos
secaderos naturales; cuyas
características constructivas eran las siguientes: planta rectangular
con una única y alargada nave; vertiente a dos aguas con cubierta de
teja árabe; abundantes ventanas con enrejado de ladrillo por todos los
lados; pequeños agujeros circulares y multitud de chimeneas que destacan
en el tejado.
Abundantes orificios por todos los lados con un único y evidente
objetivo: permitir la entrada y circulación de corrientes de aire que
era el único elemento utilizado, junto con la temperatura y humedad que
marca la naturaleza a lo largo del año, para este tipo de secado. Una
vez seco se embalaba en cajones para su posterior traslado a las
fábricas en las que se preparaba para su venta y consumo. Consumo que
era frecuente hacerlo utilizando la cachimba o liándolo por el propio
fumador en papel que se adquiría en los estancos en “libretes” con uno
de los lados engomados. No faltaron sencillos artilugios para que cada
uno se liase su propio cigarro.
Petaca, cajetillas de tabaco y liadora de cigarrillos
En la siguiente adivinanza, recogida por vía oral, se resume
sabiamente el proceso que sigue el tabaco desde que nace hasta que es
consumido en un cigarro.
Verde fue mi nacimiento
negra mi mocedad
y ahora me visten de blanco
para poderme gastar.
Olayo Alguacil González.
Página de la Asociación: http://www.asociacionlanoticiaciudadana.com/
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