Juan Eugenio Liébana Cazalla
Me llamo Juan Eugenio Liébana Cazalla, soy natural de Torredonjimeno,
donde vine al mundo en la primavera de 1959. Tengo por lo tanto
cincuenta y tres años, recién cumplidos y me dedico a escribir, no de
manera habitual, desde hace unos cuatro años.Me hice profesor de E. G. B. en la antigua Escuela de Magisterio de
Jaén cuando esta estaba situada frente al viejo campo de fútbol. Resido
en Torredonjimeno y gracias a mi afición he recibido dos premios
literarios: el primero por un relato titulado “El lápiz”, Primer premio
de relato de los Premios Facultad de fotografía, poesía y relato,
organizados por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de
la Universidad de Jaén, concedido en la primavera de 2010 y, unos meses
después, en diciembre de ese mismo año, el Premio de Novela para
Escritores Noveles de la Diputación Provincial de Jaén, con la novela
titulada: “Los recuerdos rotos”.
¿Por qué y cuándo empezó a escribir?
Como ya he dicho anteriormente escribo desde hace aproximadamente
unos cuatro años, aunque no lo hago de manera habitual, de hecho, hace
más de un año que no he escrito prácticamente nada, algunas poesías, un
relato a medio terminar y poco más. Comencé a escribir de manera
fortuita. Lo hice para un grupo de yoga al que pertenezco y escribí una
relajación guiada. Mis mismas compañeras me animaron a continuarla y
decidí hacerlo, así nació mi primera novela: escrita y aumentada poco a
poco. Esto me hizo plantearme la cuestión: si sería capaz de escribir
una novela como se debía hacer. Y así escribí mi segunda novela, que
trata sobre la prehistoria reciente y, por último, decidí escribir una
novela sobre el Alzheimer, que fue mi tercera novela: “Los recuerdos
rotos”.
¿Qué es para usted lo más gratificante de escribir? ¿Y lo más frustrante?
Sin duda, lo más gratificante, para mí, es la creación: los
preparativos previos, mientras piensas como vas a construir la novela:
qué escenario escogerás, en qué momento histórico moverás a tus
personajes, la personalidad de los mismos, qué arquetipos buscar para
dar personalidad a tus protagonistas, qué narrador o narradores
intervendrán, qué recursos utilizar, las subtramas dentro de la trama
principal, etc. En definitiva, la preparación creativa, el esqueleto
desde donde cubriremos el devenir de la escritura.
Lo más frustrante, las interminables correcciones de lo que un día
escribiste. Es muchísimo más agotador que escribir una novela, pero
necesario e imprescindible.
¿Desde cuándo viene su gusto por las novelas?
El gusto por cualquier género de literatura, creo que viene de la
lectura continuada a lo largo del tiempo. Si eres un lector asiduo de
novela, algún día te gustará escribir la tuya; si lo eres de teatro o de
poesía, pues más de lo mismo. Incluso creo que se extiende a cualquier
faceta del arte, ya sea pintura, escultura, fotografía, etc.
Alguien que quiera escribir, necesita ser primero un devorador de
libros y leer durante muchos años y de continuo todo lo que caiga en sus
manos, es la única manera de adquirir las habilidades y herramientas
necesarias para poder escribir. Cuando decida hacerlo vendrán otros
inconvenientes, como dónde aprender los recursos necesarios para
escribir, cómo hacerlo y llevarlos al papel, cómo hacer los personajes
creíbles, etc.
Fue distinguido con el Premio de Narrativa 2010 para
escritores noveles de la Diputación de Jaén. ¿Qué significó para usted
este premio?
Esencialmente, un paso hacia delante. A todos nos gusta el
reconocimiento ante un trabajo realizado y expuesto a criterio de los
demás. Yo no soy diferente. Cuando me lo comunicaron, sentí la
satisfacción de que una de mis novelas se publicaría, por fin, en los
meses venideros. Esto lo es todo para alguien que intenta llegar al
público a través de sus escritos. En definitiva, publicación y
reconocimiento expreso de los demás.
El próximo día 16 de junio presentará su novela “Los recuerdos rotos “¿Qué nos puede decir de ella?
Los recuerdos rotos nos habla de una mujer enferma que nos cuenta sus
propias desventuras mientras intenta salvar la distancia entre su
propio «yo» y los «otros» con la ironía de una sonrisa que jamás dejará
de ser amarga. Su personalidad, adormecida al principio, nos apresará
cuando sintamos la pena cercarla y nos cautivará cuando los recuerdos se
conviertan en olvidos y estos en oscuridad. En definitiva, los
recuerdos rotos son el fluir sin esperanza de los últimos años de una
mujer que olvidó quién era.
¿Cómo está estructurada la novela?
Los recuerdos rotos, trata el tema del Alzheimer desde dos puntos de
vista: primero, desde el punto de vista del enfermo, que narrará sus
propias vivencias en primera persona y segundo, desde el punto de vista
de la cuidadora de la enferma y del entorno familiar, que se realizará
en tercera persona, con un narrador omnisciente. La novela no sigue el
patrón tradicional de planteamiento, nudo y desenlace tan habitual, sino
que lo hace basándose en la singularidad de la enfermedad. Divide el
texto en cuatro grandes secciones desde donde se analiza la enfermedad y
su evolución a través de los distintos periodos, a saber: fase previa,
fase inicial, fase moderada y fase terminal.
¿Recomienda su novela a un público específico?
Esta novela se pensó para personas con mayoría de edad. No porque
jóvenes de quince o diecisiete años no sean capaces de entender lo que
se expone entre sus páginas, sino porque creía y, sigo pensando, que la
adolescencia debe de estar apartada de este tipo de enfermedades siempre
que no la vivan en su entorno inmediato. La novela está proyectada para
quien tiene el mal en casa, y por mal, ya comprenden a lo que me
refiero. Si la enfermedad está en sus inicios, le servirá para conocer y
resignarse a lo que le espera con el paso del tiempo. Y si el enfermo
ya se encuentra en una fase terminal, para verse reflejados en los
renglones de este libro y saberse menos impotente y desdichado al pensar
que otros también lo han pasado mal. Pero también esta pensada para
aquellos que sólo han escuchado hablar del Alzheimer de pasada, porque
les ayudará a comprender mejor esta enfermedad y a reflexionar largo y
tendido sobre ella y, por supuesto, a entender que nadie está exento de
contraerla.
¿Qué aspiraciones y metas tienes como escritor?
Yo solo aspiro a una cosa, a que lo poco o mucho que escriba se lea.
No quede olvidado en una estantería, como nos pasa a tantos, que no nos
quieren publicar, por ser desconocidos. Necesitamos de los concursos y
premios literarios para que nuestros escritos lleguen a un público, por
lo general reducido.
¿Tiene ya un nuevo proyecto literario?
Siempre bulle en la mente no uno, sino varios proyectos. El más
inmediato es la poesía. Me gustaría escribir un libro de poesía con un
tema central en torno a la soledad del ser humano desde todas las
vertientes posibles. También me ronda en la cabeza algo más íntimo sin
llegar a ser autobiográfico; escrito en primera persona con buenas
pinceladas de monólogo interior, sin llegar a lo excesivo. Algún relato
también caerá, como venido del cielo, cuando menos lo espere y me ponga a
ello. Y por último, existe una novela ya comenzada, al menos en sus
partes documentales que me gustaría continuar algún día. Es una novela
de entretenimiento sin grandes aspiraciones literarias, para que las
personas pasen un buen rato y olviden las desdichas de la vida diaria.
Su título podría ser algún día: “El papiro prohibido”
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